El injerto de hortalizas es una práctica que lleva realizándose desde hace siglos, con esta práctica lo que se consigue es contrarrestar las enfermedades del suelo y por tanto, posibilitar el cultivo de determinadas especies que sin ésta práctica sería imposible cultivar.
Con el injerto los beneficios que se obtienen entre otros son:
- Resistencia a nematodos
- Alta absorción mineral y eficacia del fertilizante
- Tolerancia a baja y alta temperatura
- Tolerancia a ciertas enfermedades
- Crecimiento más rápido y mayor producción
- Tolerancia a la salinidad
Injerto de tomate
El tomate es otro de los cultivos en el que, desde finales de los años 90, se está introduciendo la planta injertada, haciéndose extensivo en todo el territorio español y otros países productores de tomate.
De forma general, las ventajas más relevantes de la planta injertada son las siguientes:
- Alternativa al uso de productos químicos para la desinfección del suelo.
- Disminuye los casos de “muerte súbita” en zonas con escasa o nula rotación de cultivos.
- Alta tolerancia a la salinidad de suelo y agua de riego con una conductividad muy alta, que en algunos casos sería inviable el cultivo no injertado.
- La tolerancia se consigue mediante diferentes combinaciones de portainjertos.
- El injerto aumenta la producción y el tamaño de los frutos.
Con el potente sistema radicular del portainjertos se consigue mayor resistencia a sequías y bajas temperaturas y aumenta la capacidad para el aprovechamiento de los nutrientes.
Existen algunas variedades que en su modalidad de planta injerto dan unos resultados espectaculares en producción, tamaño del fruto y longevidad.
Dadas las ventajas descritas es aconsejable RECOMENDARLO en los casos que pueden darse algunas de las incidencias citadas para el cultivo tradicional.